La estampida de los lolitos en el porno fue una auténtico fenómeno sociocultural que reformuló las bases de la masculinidad en el circuito pornográfico americano. Actores que, con un aspecto de adolescentes pajilleros (el «incel» de toda la vida), abordaron los picaderos y lograron invertir la dinámica entre hombres y mujeres. El español Jordi El Niño Polla abrió la veda a otros performers como Ricky Spanish o Juan Loco. Hace pocas semanas apareció otro de estos pipiolos que viene a cubrir la vacante hispana. Se llama Diego Pérez y cumple a la perfección el puesto de inmigrante ilegal que salta el muro cuando lo juntan con el mito viviente de Brittany Andrews, la pornostar de la vieja escuela con mil trucos y ases en la manga.
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