Corría el año 1998 y cada miércoles por la noche media España se sentaba en el sofá esperando a que sonara aquella popular melodía de cabecera escrita por Greta y Los Garbo en la que el estribillo decía «No te fallaré». Sí, estamos hablando de la mítica serie «Compañeros», la mejor serie española de historia, sin discusión, y la mejor interpretación de una pandilla de amigos del instituto. Una cuadrilla de estudiantes libre de colectivos tóxicos y de diversidad impuesta a golpe de cacique (jódete Netflix). Chavales normales, como la mayoría. Eran Quimi, Valle, Luismi, Bego, César y Sara, esta última culpable de estar escribiendo esta entradilla. Ella era la actriz Lara de Miguel y esto un pequeño homenaje a la guapísima adolescente que era.
No es ningún secreto que la serie fue fenómeno de masas para toda una generación, incluso superó en numeros a «Un Paso Adelante». ¿El secreto de su éxito? Tal vez deberíamos preguntarle a sus protagonistas: Eva Santolaria, Antonio Hortelano, Olga Molina, Francis Lorenzo, Manuel Feijóo, Daniel Retuerta, Miguel Rellán, Julián González, María Garralón… quien sabe porque caló en la feliz sociedad de España de los 90. Lo que sí sabemos es que Lara de Miguel era la más maciza y buenorra del grupo de colegas. Más que la mismísima Eva Santolaria y su sexualidad despendolada intentando ligarse al «malote» de la clase» (ese Quimi gamberro que a todas las adolescentes vuelve locas).
Nacida en Madrid en 1980, fue una niña del Telecupón, el de Carmen Sevilla, e hizo sus pinitos en la televisión en concursos como «VIP Guay», el juego televisado del tres en raya que presentaba Emilio Aragón en Telecinco. También formó parte del elenco del programa infantil «Los Mundos de Yupi» (TVE) y hasta salió en la popular «Menudo es mi Padre», la serie del cantante El Fary. Pero su eclosión como artista tuvo lugar en la citada ficción del Colegio Azcona, donde su rostro alcanzó el estado óptimo de maduración y germinó en una guapísima muchacha.
Y no nos olvidemos de sus espectaculares y grandes pechos. Todavía recordamos aquel capítulo en el que el grupo de amigos viajan a la playa y ella nos enseña un espectacular bikini azul. Menudas tetas que tenía. Aquello parecían cabezas de mongolo. Desde aquel instante pasó a engrosar la lista de sex symbols de instituto. Una lástima que internet no hubiera llegado a todos los hogares para poder compartir sus fotos más provocadoras, porque las tiene. Hasta el director de cine erótico Vicente Aranda le dio un papel en una de sus películas para que interpretara a una prostituta de un burdel: «Canciones de amor en Lolita’s Club» (2007).
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