Las credenciales físicas de Ángela Cremonte la sitúan en la órbita de las rubias cósmicas. Una especie de zona, del espacio sideral, donde mujeres de clarísimos ojos azules y medidas perfectas se amontonan para trabajar en series de televisión y cine español. Por si fuera poco, Ángela tiene el honor de ser una actriz hispano-argentina, una exótica doble nacionalidad que le da puntos para triunfar y alcanzar el mismo nivel que sus compatriotas Natalia Verbeke y María Botto. Podríamos decir que es una hembra de bandera, hija de emigrantes argentinos, que por culpa del desarraigo ha cuajado con fuerza en España, desde que la vimos en «Los Hombres de Paco», «Águila Roja», «Hispania, la Leyenda» y sobre todo «las Chicas del Cable», su gran éxito.
Criada en Madrid desde bien pequeñita (1985) y con una vida privada totalmente hermética, lo único que sabemos es que es madre primeriza, tiene pareja y ha escrito una novela de ficción que lleva por título «Todos Mienten a la Noche». Pero no estamos aquí para hablar del currículum de esta licenciada en Humanidades que lo dejó todo por el arte dramático, sino de sus dulcificados rasgos y su cuerpazo de escándalo. Un físico desnudo muy apetecible a sus 37 años, con unos rubenescos pechos naturales e incluso un pubis muy bien afeitado para la serie de Netflix «Feria: la Luz más Oscura», donde nuestra protagonista se ve envuelta en el poder erótico de las sectas diabólicas.
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