La barcelonesa Sandra Milka apareció en 2010 en la industria nacional del porno gracias al ojo avizor del bilbaíno Torbe y rápidamente saltó a la palestra por una sencilla razón: era propietaria de las gigantescas tetas naturales más famosas de la pornografía española. Dos pechos tan grandes como cabezas de mongolo que pronto coparían decenas de vídeos en los que serían máximos protagonistas. De hecho, su mítica delantera era tan portentosa que hasta influyó en la decisión de ponerse como apellido artístico la marca de chocolate suiza «Milka», porque de algún modo evocaba a la vaca lechera al logotipo de la empresa. Una vaca de ubres descomunales que puede amamantar a un regimiento de pornófilos.
Pero hay vida de esta fascinante tetona española más allá de Putalocura y sus circunloquios. Esta alemana de nacimiento que vino a la península Ibérica a los 10 años también participó con los chicos de Cumlouder y hasta llegó a ser disfrutada por el mismísimo mataronense Nacho Vidal (Nacho’s Nasty Threesomes). Tras un receso de varios años reapareció en Bangbros, DDF Network y finalmente llegó al escalón más elevado de su carrera, el catálogo de la mítica productora Score. El escaparate definitivo para las starlets con tetazas naturales colosales, carnosas y turgentes.
Fue allí donde una vez exprimida su sabrosa voluptuosidad se retiró de la profesión en 2017 y pasó a trabajar como escort de lujo en la Ciudad Condal. Más que nada porque su apetito sexual sigue siendo el mismo desde sus inicios y su sexualidad incorregible siempre ha sido proporcional al tamaño de sus pedazo de tetas.
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