Después de varios meses de ausencia, el trípode afroamericano Dredd ha despertado de su letargo pornógráfico en el estudio Jules Jordan y ha retomado sus menesteres habituales. El actor negro de 30 centímetros de entrepierna —es lo que pone en su biografía— parece que vuelve a realizar colonoscopias en los intestinos de las starlets, siendo Kyler Quinn la primera víctima de esta nueva tanda de jovencitas frágiles. Aunque habiendo sido testigos directos de su trayectoria, la pornostar de frágil tiene bien poco: ha lidiado con pollas de todas las formas, tamaños y colores, y tras esa fachada de apariencia frágil engañosa se esconda un agujero negro con capacidad infinita de recepción por su tercer ojo; el que tiene entre sus nalgas.
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