Solo del laboratorio pornográfico de Giorgio Grandi (el director más extremo del estudio checo Legal Porno) podía haber salido la novata Polina Ice (23 años, Rusia), una starlet educada en la escuela de Bonnie Rotten: tatuada como una vulgar prostituta que trabaja en burdeles controlados por la mafia rusa. No sabemos a que cazatalentos se le habrá ocurrido la idea de fichar por una actriz que se hace tan incómoda de ver (tanta tinta de presidiario ensucia la escena), pero lo que está claro es que sus inicios son de lo más rompedores en el bisnes de adultos. Lo decimos porque la extravagante entintada se entrega con total sumisión a la lluvia dorada —es de las que se beben hasta la última gota ahogándose en orina—, a las intensas dobles penetraciones y prolapsos anales.
Sabe que para sacar rédito a su oscuro look cubierto de tinta tendrá que barajar alternativas extremistas. Demasiado tal vez para levantar la pesada losa de la barreras estética que supone tener tatuajes en la mayor parte de su cuerpo, incluidos varios tatuajes en la cara de lo más estrambótico que la convierten en un animal fetiche parte sirena (mirad sus orejas) y en parte leona (mirad sus colmillos).
Pero lo más sorprendente de Polina Ice, lo que nos ha dejado patidifusos de este postre para los sibaritas del altporn, es ese extraño tatuaje que tiene alrededor de su ano. Un toque siniestro y satánico en el ojete que en JaqueMateAteos solo hemos visto una vez en la vida cuando presentamos a la camgirl Kitty Jaguar y que supone una gran marca diferencial para los amantes que coleccionan modelos tatuadas.
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