Han pasado 9 largos años desde que Sunny Leone firmara un contrato exclusivo con el estudio Vivid para dejarse penetrar analmente en la que sería su primera y única escena anal de toda su filmografía. La pornostar de atractivas rasgos hindúes —aunque por parte de padre tenía genes tibetanos— estuvo dentro de la categoría de mujeres imprescindibles de la pornografía, apodadas como «princesas», por esos aires majestuosos y exóticos que destilaba su imagen asiática. Una apariencia que nos evocaba a las icónicas estrellas de Bollywood y cuya belleza traía locos a millones de seguidores de la India. No obstante, su aires de diva insoportable, combinados con esa estética exclusiva con la que envolvía sus escenas maturbatorias cuando se dedicaba al softcore, terminaron por generar un decepcionante debut anal en el que dejaba patente como le dolía la maniobra.
Eso sí, aunque la ejecución dejara mucho que desear por estar rodada bajo criterios estéticos muy separados de lo que pedían la comunidad de pornófagos, su deslumbrante físico y una arrebatadora catarata de miradas y gestos sensuales produjeron, otra vez, que el valor de la escena se revalorizara por una cuestión de mero erotismo.
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