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El porno de viejos verdes con jovencitas: sexo más allá de la edad

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Hace cosa de unos años comenzaron a proliferar como setas productoras pornográficas encargadas de satisfacer cierto fetiche sórdido relacionado con la diferencia de edad: el porno entre viejos y chicas jovencitas. Se trata de enfocar el sexo desde la perspectiva de la madurez masculina mezclada con la juventud femenina, una combinación perturbadora para los prejuiciosos que piensan que una señorita guapa y con buen cuerpo no puede tener sexo por voluntad propia con un señor canoso de la tercera edad. Nada más lejos de la realidad. Y es que si el amor no tiene edad, el folleteo filmado todavía menos. Especialmente si hay dinero de por medio y feos carcamales pueden aprovecharse de la inocencia de teens sin pecado concebida.

Seamos francos, estamos ante el sueño de todo hombre. El deseo subyacente más poderoso de la mente masculina. Después de todo, ¿Qué vejestorio no desea poder mantener relaciones sexuales con chiquillas a las que triplican en años? Puede que algunos vean este sexo con abueletes como una depravación, pero de lo que no cabe duda es que este nicho de la gerontofilia (sentirte atraído sexualmente por ancianos y/o hombres de mucha mayor edad) ha venido para quedarse y romper con el falso mito de que la sexualidad desaparece en la vejez.

Algunos estudios que han dado rienda suelta a peludos caballeros con barriga y olor a naftalina han sido Blue Pill Men, Oldje, Daddy4K. Una excelente videoteca repleta de ancianos decrépitos de más de 70 años que solo se les empalma con Viagra y abusan, en el buen sentido de la palabra, de veinteañeras que supuestamente deberían cuidarles en la residencia o en el asilo. Y también en el sentido contrario. Seductoras chicas adolescentes que no se horrorizan ante hombres mayores y los obligan a tomar la pastilla de color a azul para que sus penes, arrugados y flácidos, puedan tener una erección y ser consecuentemente penetradas. Esto sí que es cumplir más allá del contrato laboral de una pornostar.

Decir que estos estudios que viven de cubrir un gusto sexual parafílico —pone los pelos de punta— no son aptos para todos los públicos. Más que nada por la dantesca escena al ver estos cuerpos arrugados desprovistos de atractivo, así como sin pelo ni dientes, follar con espléndidas mujeres que bien pudieran ser sus hijas e incluso sus nietas. El escándalo está servido.