Algo debió de ver Jules Jordan en la californiana Mason Moore para ponerla en una cinta donde la mismísima Tory Lane era el plato principal. La vieja serie «Oil Overload #3» no fue un monográfico aceitoso del montón en el lejano 2010. Hablamos de una obra del séptimo arte para adultos que alcanzó las cotas más elevadas de virtuosismo oleoso gracias a una poderosísima combinación de técnica audiovisual unidos a los cuerpos más rotundos de la industria. Y aquí es donde Mason tuvo mucho que decir con su potente propuesta corporal no apta para todos los comensales pornográficos —su look de choni de discoteca tatuada la hacía parecer una vulgar gogó de fiebre del sábado noche—.
No obstante, pese a su estética agresiva y artificios físicos, todavía es recordada a día de hoy aquella escena en la que el mítico Erik Everhard le propina unas impresionantes refulgentes friegas anales que supusieron un debut anal por todo lo alto. Con un nivel de vehemencia y energía sexual nunca visto antes.
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