Existe en Estados Unidos una productora pornográfica de dudosa moralidad llamada «Crack Whore Confession» que se dedica íntegramente a filmar a chicas adictas al crack teniendo relaciones sexuales. Lo que en la jerga hispana se conoce vulgarmente como una ‘comebolsas’, allí recibe el nombre de «Crack Whore», cuya traducción vendría a significar agujero de crack. El tinglado parece montado por dos tíos que deambulan por las calles de los guetos de Florida para encontrarse con prostitutas enganchadas a la famosa droga fumada de los cristales de cocaína.
Tampoco es una novedad que las drogas y el porno estén íntimamente ligados y que muchas actrices hayan acabado muriendo de sobredosis, o suicidándose fruto de los desórdenes psicológicos que derivan de ser utilizadas como meros trozos de carne. Siempre ha sido un mundo sórdido y repleto de claroscuros donde se lleva el sexo al extremo y todo se hace por dinero. De ahí que pobres desgraciadas, en sus horas más bajas, estén dispuestas a lo que sea por tal de pagar su sucio vicio, incluso haciendo sucias mamadas en callejones oscuros.
Lo cierto es que la historia del ñogo ñogo está repleta de anécdotas curiosas donde las sustancias estupefacientes han estado presentes en los sets de rodaje: las jeringas que se encontró Marina Visconti en los sets de Legal Porno, el penetrante olor a Marihuana en la productora Dogfart Network, las bandejas de cocaína en los camerinos de Brazzers Live que vio Aletta Ocean… Sin olvidarnos los directos de Onlyfans donde starlets esnifan como posesas cualquier polvo blanco.
Y es que la pornografía es la mercantilización del sexo y la cosificación de hombres y mujeres al servicio de la industria de las pajas. Por suerte o por desgracia, nosotros solo vemos la parte del placer, obviamente, y solo nos esforzamos para apreciar la belleza femenina entre sus demacrados rasgos y conductas ilegales.
Habrá lectores que disfruten de esta sucia morbosidad, pues parte de ella estriba en contemplar hasta que punto se degrada una mujer sin respetarse a si misma por una dosis de crack, pero se entrevé que este estudio está bordeando la ley con una actitud casi criminal al pagarles el consumo. De hecho, hay constancia de algún abuso de sustancias durante el rodaje ya que son yonkis fácilmente aprovechables para cualquier depravado que carezca de principios.
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